martes, 13 de mayo de 2008

Tutoria 6: Las ciencias Sociales, sus inicios. Unidad 4: Las ciencias sociales en el contexto del proyecto iluminista. La antropologia como caso.

Unidad 4 - Modalidad virtual
Introduccion al pensamiento cientifico

LAS CIENCIAS SOCIALES EN EL CONTEXTO DEL PROYECTO ILUMINISTA.
LA ANTROPOLOGÍA COMO CASO


Temas de la Unidad

El proyecto iluminista. El poder de la razón. La idea de progreso indefinido de la humanidad. Consecuencias en el plano de las ciencias. Críticas.
Los comienzos de la Biología como ciencia. Charles Darwin y El origen de las especies: contexto histórico de sus descubrimientos. Malthus como antecedente teórico. EL evolucionismo en el pensamiento científico moderno. Características del darwinismo social.
El comienzo de la Antropología como ciencia social. Ruptura con el evolucionismo y el biologicismo. Contexto histórico y función política: el colonialismo.
La problemática del racismo en la antropología. Preguntas acerca de las diferencias raciales y respuestas.
Racismo, etnocentrismo y prejuicios: origen histórico y consecuencias.
Las nuevas realidades sociales: racismo y desigualdad. Racismo y prejuicios racistas en la sociedad argentina actual.
La construcción del concepto de cultura. Polisemia del concepto de cultura a través de su historia.

Bibliografía obligatoria

UNIDAD 4 en Orientaciones para el estudio de la bibliografía obligatoria de IPC, producido por UBA XXI y editado por Eudeba, 2007.
MÉNDEZ, MARÍA LAURA Y ALBERTI, BLAS, “El Iluminismo”. “El Programa del Iluminismo. Efectos”, en Antropología. Lecciones introductorias. Buenos Aires, Ediciones Macchi, 1985; Tomos I y II.
LISCHETTI, MIRTHA (comp.), Antropología, Buenos Aires, Eudeba, 2003; selección de textos realizada por la cátedra: págs. 98 a 102; 146 a 147; 212 a 215; 337 a 342; 354 a 361; 364 a 368; 370 a 373; 346 a 347 y 383 a 392.

Bibliografía complementaria
LANGER, EDGARDO, Ciencias Sociales, saberes coloniales y eurocéntricos, Universidad Central de Venezuela, Caracas, selección de párrafos.


Tutoría 6: LAS CIENCIAS SOCIALES: SUS INICIOS

“Histórico-socio-culturales, mujeres y hombres nos volvemos seres en quienes la curiosidad, desbordando los límites que le son peculiares en el dominio vital, se torna fundadora de la producción del conocimiento.”
(Freire, P., Pedagogía de la autonomía)

Introducción
Las ciencias sociales como las naturales se conformaron en un contexto histórico concreto, es importante ubicar ese contexto para que puedas entender el lugar que se les otorgó y la función social que condicionó su origen. Todas las ciencias tienen su historia, un momento en el cual se sanciona su origen, siempre a partir de una serie de disputas con saberes anteriores y con intereses y posiciones de grupos sociales o políticos que se resisten o promueven a los nuevos conocimientos. Nunca el nacimiento de un nuevo campo de saber está separado de condicionantes extracientíficos. El contexto en que surge una nueva disciplina conforma lo que se conoce como: contexto de producción. A su vez la historia de cada ciencia presenta una serie de debates entre diversos enfoques a su interior que las va perfilando y constituyendo como las conocemos hoy. En esta unidad verás cómo las ciencias sociales nacieron a partir de una necesidad de conocer los distintos aspectos de la realidad humana, social, política e histórica. Un nuevo campo de saber siempre moviliza grandes debates, defensores y detractores, y produce efectos en la vida de la gente.
A medida que avances en el estudio de esta unidad, podrás ir integrando y ampliando los temas vistos en la Unidad 3: el paso del mundo medieval al mundo moderno, las características de la Modernidad, el surgimiento de las ciencias naturales y su función social, el nacimiento de la física moderna, los avances tecnológicos que permitieron la construcción de puentes, caminos y grandes obras hidráulicas, los procesos históricos que van del Renacimiento a la Revolución Industrial, y los procesos que dieron origen al movimiento liberal.
Acá, en la Unidad 4, vamos a detenernos a estudiar el siglo XVIII, llamado el Siglo de las Luces, y las características del movimiento iluminista que dio como resultado lo que se llamó Ilustración. ¿Por qué? Porque este movimiento y su programa forman parte del contexto de producción de las ciencias naturales y también de las sociales, aunque el comienzo de éstas últimas es situado por todos los historiadores en el siglo XIX, cuando ya la sociedad industrial capitalista estaba instalada y empezaba a mostrar sus contradicciones y desigualdades.
Avancemos sobre estos temas siguiendo estos ejes:
1- El contexto histórico del surgimiento de las ciencias sociales
2- El proyecto iluminista y las ciencias sociales
3- La Antropología como ciencia social

1- El contexto histórico del surgimiento de las ciencias sociales
Seguramente ya hiciste una primera lectura de los textos de María Laura Méndez y Blas Alberti de la bibliografía obligatoria. Son clases dadas por ellos en la Facultad de Psicología de la UBA en los años 1984 y 1985. Probablemente, la estructura de clases de esos textos te haya resultado muy amena pero, a la vez te habrás dado cuenta de que, como en toda clase presencial, la exposición recorre temas que luego retoma tras las preguntas de los alumnos. A continuación, a modo de repaso, señalamos algunos de los puntos principales del mencionado texto:
El movimiento ilustrado que da nombre a la Ilustración como momento histórico situable en el siglo XVIII, tiene antecedentes en el Renacimiento y efectos que llegan hasta nuestros días. Es un movimiento que pone como centro a la razón humana en reemplazo de la razón divina y considera que la humanidad progresará ininterrumpidamente hasta lograr la felicidad en la tierra, superando toda escasez y toda limitación. En este proyecto se inscribe el progreso indefinido del conocimiento científico. Los ilustrados, o iluministas, creían fuertemente en que la razón lo iluminaría todo y en esa convicción inscribieron a las ciencias naturales, las cuales en ese siglo tuvieron gran desarrollo. El hombre, con su capacidad de dominar la naturaleza a través del conocimiento, ocupó el lugar que antes se le asignaba a Dios, como fuente de saber y poder.
El Programa del Iluminismo tiene como centro la idea del progreso indefinido de la razón. La confianza en la capacidad humana para conocer, y así dominar mejor el mundo natural en sus aspectos físicos, biológicos, sociales y culturales, está transida del optimismo de la época, aunada a los éxitos que se iban logrando. En ese ambiente fue creada la Enciclopedia, con la idea de conformar el compendio del saber universal. Fijate que el supuesto que sostiene a la Enciclopedia es la confianza en que el saber que se iba produciendo -universal y definitivo, absolutamente verdadero e inmodificable- iría aumentando página a página hasta obtener un saber completo que abarcaría todos los aspectos del mundo. Un saber acabado, total y verdadero para siempre.
O sea, era un proyecto que tenía principio y fin. Esto se sustenta en la idea de progreso de la razón, progreso que permitía acumular conocimientos sin volver atrás. Ese mismo supuesto ordenaba la actividad humana en el ámbito de la economía, las instituciones sociales, la organización política y cultural del mundo nuevo, mundo que llegaría a ser gracias al avance indetenible de la racionalidad humana, un lugar sin contradicciones ni conflictos. Claro, un mundo que estaba siendo pensado y organizado desde la Europa de ese siglo y que la ponía en el centro del proyecto del progreso. El progreso y la razón eran el proyecto y la razón europeas, lo que hacía que los pueblos del resto del mundo y los que se habían descubierto -como es el caso de América- fueran considerados “otros” y “objeto de conocimiento y dominación” para esa mentalidad iluminista europea. Es muy importante destacar que las ciencias sociales surgieron siguiendo el modelo de las naturales y luego, a partir de fines del siglo XIX y comienzos del XX -con Friedrich Nietzsche (1844-1900), Karl Marx (1818-1883) y Sigmund Freud (1856-1939)-, este modelo tributario de las ideas ilustradas fue seriamente puesto en duda. El programa del Iluminismo con su planteo de conocimiento total, objetivo y neutral empezaba a resquebrajarse no sólo desde estos pensadores, sino también desde la crisis de las matemáticas y desde los nuevos planteos de la física contemporánea, temas que verás en la Unidad 5. El concepto de neutralidad valorativa, como requisito de las ciencias para ser tales y su crítica, lo encontrarás en detalle en la Unidad 6.

2- El proyecto iluminista y las ciencias sociales
Para profundizar en el tema que venimos exponiendo, incluimos una selección de párrafos de un texto muy importante publicado en 1996 que se llama Abrir las ciencias sociales. Este texto es producto de la investigación realizada por diez reconocidos académicos de todo el mundo, que trabajaron durante tres años para establecer:
 cómo, cuándo y para qué surgieron las ciencias sociales;
 de qué modo fueron consideradas ciencias menores respecto de las ciencias naturales;
 cómo surgieron corrientes en las ciencias sociales -Comte- que tomaban a pie juntillas los lineamientos teórico metodológicos de las ciencias naturales;
 cómo fueron surgiendo disciplinas sociales que discutieron este modelo etnocéntrico -que respondía a la concepción iluminista europea-;
 cómo la crisis del paradigma determinista en las ciencias naturales permitió un contacto distinto con las ciencias sociales, a partir de que aquéllas se manifestaron tan incapaces de predecir y de proveer de leyes absolutas como éstas, en tanto si las ciencias sociales hasta ese momento eran consideradas débiles por su incapacidad de lograr la objetividad absoluta, ahora las naturales mostraban esa misma debilidad, (esto lo verás con detenimiento en la Unidad 5);
 y cómo a partir de la mitad del siglo XX la crítica de este modelo fue delimitando un campo plural para las disciplinas sociales y una función social renovada.

A continuación, te presentamos una selección de párrafos realizada por la cátedra del mencionado Abrir las ciencias sociales:

El comienzo de las ciencias sociales
“La llamada visión clásica de la ciencia, que predomina desde hace varios siglos, fue constituida sobre dos premisas. Una era el modelo newtoneano en el cual había una simetría entre el pasado y el futuro. Era una visión casi teológica: al igual que Dios, podemos alcanzar certezas, y por lo tanto no necesitamos distinguir entre el pasado y el futuro puesto que todo coexiste en un presente eterno. La segunda premisa fue el dualismo cartesiano, la suposición de que existe una distinción fundamental entre la naturaleza y los humanos, entre la materia y la mente, entre el mundo físico y el mundo social/espiritual.
Cuando Thomas Hooke redactó, en 1633 los estatutos de la Royal Society, inscribió como su objetivo el de ‘perfeccionar el conocimiento de las cosas naturales y de todas las artes útiles, manufacturas, prácticas mecánicas, ingenios e invenciones por experimento’, agregando la frase: ‘sin ocuparse de teología, metafísica, moral, política, gramática, retórica o lógica’. Estos estatutos encarnaban ya la división de los modos de conocer, en lo que C.P. Snow después llamaría las ‘dos culturas’.” [Hace referencia a la ‘cultura’ de las ciencias naturales distinguida de la ‘cultura’ de las humanidades y las ciencias sociales]
“La ciencia pasó a ser definida como la búsqueda de las leyes naturales universales que se mantenían en todo tiempo y espacio. Alexandre Koyré, siguiendo la transformación de los conceptos europeos del espacio desde el siglo XV hasta el XVIII observa:
‘El Universo infinito de la nueva Cosmología, infinito en Duración así como en Extensión, en el que la materia eterna, de acuerdo con leyes eternas y necesarias, se mueve sin fin y sin objeto en el espacio eterno, heredó todos los atributos ontológicos de la divinidad. Pero sólo ésos; todos los demás se los llevó consigo la divinidad con su marcha.’

Los otros atributos del dios que se había ido eran, por supuesto, los valores morales de un mundo cristiano, como amor, humildad y caridad. Koyré no menciona aquí los valores que vinieron a ocupar su lugar, pero sabemos que el dios que se había ido no dejaba tras de sí un vacío moral. Si los cielos se alejaron en forma casi ilimitada, lo mismo ocurrió con las ambiciones humanas. La palabra operativa pasó a ser progreso, dotada ahora del recién adquirido sentimiento de infinitud, y reforzada por las realizaciones materiales de la tecnología.
El ‘mundo’ del que habla Koyré no es el globo terrestre sino el cosmos, en realidad se podría sostener que en ese mismo período la percepción del espacio terrestre en el mundo occidental estaba pasando por una transformación en dirección contraria a la infinitud. Para la mayoría de la gente sólo con los viajes de descubrimiento, que atravesaron el globo, la tierra llegó a cerrarse en su forma esférica. Es cierto que la circunferencia de esa esfera era mucho mayor que lo que imaginaba Colón, pero sin embargo era finita. Y además, con el uso y con el tiempo esos mismos viajes de descubrimiento establecieron las rutas comerciales y las subsecuentes divisiones del trabajo ampliadas, que acortarían constantemente las distancias sociales y temporales.
Sin embargo esa finitud de la tierra no era, por menos hasta hace muy poco, fuente de desánimos. El progreso ideal y la visión de un progreso ilimitado extraía la fuerza de la infinidad del tiempo y del espacio, pero la realización práctica del progreso en los asuntos humanos por medio del avance tecnológico dependía de la cognoscibilidad y explorabilidad del mundo, de la confianza en su finitud en ciertas dimensiones clave (especialmente su epistemología y geografía). De hecho en general se suponía que para lograr el progreso era necesario que nos libráramos completamente de todas las inhibiciones y de las limitaciones en nuestro papel de descubridores dispuestos a descubrir los secretos más íntimos y a utilizar los recursos de un mundo alcanzable. Hasta el siglo XX parecería que la finitud de la esfera terrestre había servido principalmente para facilitar las exploraciones y la explotación requeridas por el progreso, y para hacer prácticas y realizables las aspiraciones de Occidente al dominio.”
“[...] Progreso y descubrimiento podrían ser las palabras clave, pero hacen falta otros términos –ciencia, unidad, simplicidad, dominio e incluso ‘el universo’- para completar el lexicón. La ciencia natural, tal como se entendía en los siglos XVII y XVIII, derivaba principalmente del estudio de la mecánica celeste. Al principio los que intentaban establecer la legitimidad y prioridad de la búsqueda científica de las leyes de la naturaleza no hacían la menor distinción entre ciencia y filosofía. En la medida en que distinguían dos dominios pensaban en ellos como aliados en la búsqueda de una verdad secular, pero a medida que el trabajo experimental y empírico pasó a ser cada vez más importante para la visión de la ciencia, la filosofía comenzó a aparecer para los científicos naturales cada vez más un mero sustituto de la teología, igualmente culpable de afirmaciones a priori de verdades imposibles de poner a prueba. Para el comienzo del siglo XIX la división del conocimiento en dos campos había perdido el sentimiento de que los dos eran esferas ‘separadas pero iguales’, adquiriendo en cambio un sabor jerárquico, por lo menos a los ojos de los científicos naturales – conocimiento cierto (ciencia), distinto de un conocimiento que era imaginado e incluso imaginario (lo que no era ciencia)-. Finalmente, en el inicio del siglo XIX el triunfo de la ciencia fue consagrado por la lingüística: el término ciencia, sin adjetivo calificativo, pasó a ser identificado principalmente (y a menudo exclusivamente) con la ciencia natural. Ese hecho marcó la culminación de la ciencia natural de adquirir para sí una legitimidad socio-intelectual totalmente separada e incluso en oposición a otra forma de conocimiento llamada filosofía.
La ciencia, es decir la ciencia natural, estaba mucho más claramente definida que su alternativa, para la cual el mundo nunca se ha puesto de acuerdo en un nombre único. A veces llamada las artes, a veces las humanidades, a veces las letras o las bellas letras, a veces la filosofía y a veces incluso la cultura, o en alemán Geisteswissenschaften, la alternativa de la ‘ciencia’ ha tenido un rostro y un énfasis variables, una falta de coherencia interna que no ayudó a sus practicantes a defender su caso ante las autoridades, especialmente debido a su aparentemente incapacidad de presentar resultados ‘prácticos’. Porque había empezado a estar claro que la lucha epistemológica sobre qué era conocimiento legítimo ya no era solamente una lucha sobre quién controlaría el conocimiento sobre la naturaleza (para el siglo XVIII estaba claro que los científicos naturales habían ganado los derechos exclusivos sobre ese campo), sino sobre quién controlaría el conocimiento sobre el mundo humano.”
“[...] El ascenso de las academias reales en los siglos XVII y XVIII y la creación de las grandes écoles por Napoleón, reflejaban la disposición de los gobernantes para promover las ciencias sociales.”
“[...] durante el siglo XIX, [se dio al interior de las universidades una] continua tensión entre las artes o humanidades y las ciencias, que ahora se definían como modos de conocimiento muy diferentes, y para algunos antagónicos.
En muchos países, y ciertamente en Gran Bretaña y en Francia, el trastorno cultural provocado por la Revolución francesa impuso cierta clarificación del debate. La presión por la transformación política y social había adquirido una urgencia y una legitimidad que ya no resultaba fácil contener mediante la simple proclamación de teorías sobre un supuesto orden natural de la vida social. En cambio, muchos –sin duda con la esperanza de limitarlo- sostenían que la solución consistía más bien en organizar y racionalizar el cambio social que ahora parecía inevitable en un mundo en el que la soberanía del ‘pueblo’ iba rápidamente convirtiéndose en la norma. Pero para organizar y racionalizar el cambio social primero era necesario estudiarlo y comprender las reglas que lo gobernaban. No sólo había espacio para lo que hemos llegado a llamar ciencia social, sino que había una profunda necesidad social de ella. Además, parecía coherente que si se intentaba organizar un nuevo orden social sobre una base estable, cuanto más exacta (o ‘positiva’) fuese la ciencia tanto mejor sería lo demás. Esto era lo que tenían presente muchos de los que empezaron a echar las bases de la ciencia social moderna en la primera mitad del siglo XIX, especialmente en Gran Bretaña y en Francia, cuando se volvieron hacia la física newtoneana como modelo a seguir. [...]”
“Todo esto, sin embargo estaba ocurriendo en un contexto en el que la ciencia (newtoneana) había triunfado sobre la filosofía (especulativa), y por lo tanto había llegado a encarnar el prestigio social en el mundo del conocimiento. Esa división entre la ciencia y la filosofía había sido proclamada como un divorcio por Auguste Comte, aunque en realidad representaba principalmente el repudio de la metafísica aristotélica y no del interés filosófico en sí. Sin embargo, los problemas planteados parecían reales : ¿hay leyes deterministas que gobiernan el mundo? o ¿hay un lugar y un papel para la invención y la investigación (humanas)? Además, los problemas intelectuales tenían presuntas implicaciones políticas. Políticamente el concepto de leyes deterministas parecía ser mucho más útil, no sólo para los intentos de control tecnocrático de movimientos potencialmente anarquistas por el cambio, y políticamente la defensa de lo particular, lo no determinado y lo imaginativo parecía ser más útil, no sólo para los que se resistían al cambio tecnocrático en nombre de la conservación de las instituciones y tradiciones existentes, sino también para los que luchaban por posibilidades más espontáneas y radicales de introducir la acción humana en la esfera sociopolítica. En este debate, que fue continuo pero desequilibrado, el resultado en el mundo del conocimiento fue que la ciencia (física) fue colocada en un pedestal [...]”
“Se proclamó que la ciencia era el descubrimiento de la realidad objetiva utilizando un método que nos permitía salir fuera de la mente, mientras se decía que los filósofos no hacían más que meditar y escribir sobre sus meditaciones. Esa visión de la ciencia fue afirmada con mucha claridad por Comte en la primera mitad del siglo XIX, cuando se propuso establecer las reglas que gobernarían el análisis del mundo social. Al revivir el término ‘física social’, Comte expresaba claramente su interés político: quería salvar a Occidente de la ‘corrupción sistemática’ que había llegado a ser ‘entronizada como instrumento indispensable del gobierno’ debido a la ‘anarquía intelectual’ manifiesta desde la Revolución francesa. [...] Para Comte la física social permitiría la reconciliación del orden y el progreso al encomendar la solución de las cuestiones sociales a ‘un pequeño número de inteligencias de élite’ con educación apropiada. De esa forma, la Revolución francesa ‘terminaría’ gracias a la instalación de un nuevo poder espiritual. Así quedaba clara la base tecnocrática y la función social de la nueva física social.
En esa nueva estructura de conocimiento los filósofos pasarían a ser, en una fórmula célebre, los ‘especialistas en generalidades’. Esto significaba que aplicarían la lógica de la mecánica celeste (que había llegado a la perfección en la versión de Laplace del prototipo newtoniano) al mundo social. La ciencia positiva se proponía representar la liberación total de la teología, la metafísica y todos los demás modos de ‘explicar’ la realidad. ‘Entonces, nuestras investigaciones en todas las ramas del conocimiento, para ser positivas, deben limitarse al estudio de hechos reales sin tratar de conocer sus causas primeras ni propósitos últimos.
John Stuart Mill, contraparte inglesa y corresponsal de Comte, no habló de ciencia positiva sino de ciencia exacta, pero mantuvo igual el modelo de la mecánica celeste: ‘[La ciencia de la naturaleza humana] está lejos de alcanzar los estándares de exactitud que hoy alcanza la astronomía, pero no hay razón para que no pueda ser tan científica como el estudio de las mareas [...] Pero si bien, era claro que la base de las divisiones dentro de las ciencias sociales estaba cristalizada en la primera mitad del siglo XIX. [...] Es obvio que en el período comprendido entre 1500 y 1850 ya existía una literatura sobre muchos de los asuntos centrales tratados por lo que hoy llamamos ciencia social - el funcionamiento de los las instituciones políticas, las políticas macroeconómicas de los estados, las reglas que gobiernan las relaciones entre los estados, la descripción de sistemas sociales no europeos-.
La creación de las múltiples disciplinas de ciencia social fue parte del intento general del siglo XIX de obtener e impulsar el conocimiento ‘objetivo’ de la ‘realidad’ con base en descubrimientos empíricos (lo contrario de la ‘especulación’). Se trataba de ‘aprender’ la verdad, no inventarla o intuirla.”
[La institucionalización de las ciencias sociales se produjo donde tuvo lugar su mayor actividad durante el siglo XIX y ello tuvo lugar ] “en cinco puntos : Gran Bretaña, Francia, las Alemanias , las Italias y Estados Unidos.
El cuarteto de historia, economía, sociología y ciencia política, tal como llegaron a ser disciplinas universitarias en el siglo XIX [...] no sólo se practicaba principalmente en los cinco países de su origen colectivo, sino que en gran parte se ocupaba de describir la realidad social de esos mismos cinco países.”
“[...] Hay un último punto de la institucionalización de la ciencia social que es importante señalar. El proceso tuvo lugar en el momento en que Europa estaba finalmente confirmando su dominio sobre el resto del mundo. Y eso hizo que surgiera la pregunta obvia: ¿por qué esa pequeña parte del mundo había podido derrotar a todas sus rivales e imponer su voluntad a América, Africa y Asia? Era una gran pregunta y la mayoría de las respuestas no fueron propuestas en el nivel de los estados soberanos sino en el nivel de la comparación de ‘civilizaciones’. Lo que había demostrado su superioridad militar y productiva era Europa en cuanto civilización ‘occidental’; y no Gran Bretaña o Francia o Alemania, cualquiera que fuese el tamaño de sus imperios respectivos. [...]”

[El darwinismo social]
“[...]Ese interés por el modo en que Europa se expandió hasta dominar el mundo coincidió con la transición intelectual darwiniana. La secularización del conocimiento promovida por la Ilustración fue confirmada por la teoría de la evolución, y las teorías darwinianas se extendieron mucho más allá de sus orígenes en la biología. Aun cuando la física newtoneana era el ejemplo predominante en la metodología de la ciencia social, la biología darwiniana tuvo una influencia muy grande sobre la teorización social por medio de la metaconstrucción aparentemente irresistible de la evolución, donde se ponía gran énfasis en el concepto de la supervivencia del más apto.
El concepto de supervivencia del más apto fue sometido a mucho uso y abuso, y a menudo fue confundido con el concepto de éxito en la competencia. Una interpretación, más bien amplia de la teoría de la evolución pudo ser utilizada para dar legitimidad científica al supuesto de que la evidente superioridad europea de la época era la culminación del progreso: teorías del desarrollo social que llegaban a su culminación en la civilización industrial [...] determinismo climatológico, sociología spenceriana”.
[Los debates al interior de las ciencias sociales desde 1945]
“[...] para 1945 las ciencias sociales estaban claramente distinguidas, por un lado, las ciencias naturales que estudiaban sistemas no humanos y, por el otro, las humanidades que estudiaban la producción cultural, mental y espiritual de las sociedades humanas ‘civilizadas’.”
[Posteriormente a 1945 se puso en cuestión el ‘eurocentrismo’ de las ciencias sociales , preguntas tales como ¿tiene historia África? u ¿Occidente es lo mismo que las áreas no occidentales?, ¿sólo las ‘naciones históricas’ tienen historia? Esto llevó a debates con implicaciones políticas y se dieron respuestas como las que involucran a las teorías del desarrollo y la modernización.] “La tesis fundamental era la de que existe un camino modernizante común para todas las naciones/pueblos/áreas (es decir que son todos lo mismo) pero las naciones/pueblos/áreas, se encuentran en etapas diferentes de ese camino (por lo tanto no son todos iguales). [...] el ‘desarrollo’ término definido como el proceso por el cual un país avanza por el camino universal de la modernización.”
“[...] Hacia el fin de la década de 1960, y luego muy claramente en la de 1970, pasaron al primer plano otras cuestiones que habían surgido en el período de posguerra: el grado en que las ciencias sociales (y en realidad todo el conocimiento) eran ‘eurocéntricas’ y, por lo tanto, el grado en que el patrimonio heredado de las ciencias sociales puede ser considerado parroquial [...] el desafío al parroquialismo de la ciencia social [...] es un desafío a su afirmación de representar el universalismo. [...] universalismo y particularismo no son necesariamente opuestos [...] Si la ciencia social es un ejercicio en la búsqueda de conocimiento universal, entonces lógicamente no puede haber ‘otro’, porque el ‘otro’ es parte de ‘nosotros’, ese nosotros al que estudiamos [...]”
“Las afirmaciones de universalismo siempre han sido hechas por personas particulares.
Si el universalismo, todos los universalismos, son históricamente contingentes, ¿hay alguna manera de construir un universalismo único y relevante para el momento presente? [...] ¿es posible impulsar un universalismo pluralista?
La cuestión que se nos presenta es cómo abrir las ciencias sociales de manera que puedan responder adecuada y plenamente a las objeciones legítimas contra el parroquialismo y así justificar su afirmación de validez universal o aplicabilidad universal. [...] Creemos que es importante aceptar la coexistencia de interpretaciones diferentes de un mundo incierto y complejo. Sólo un universalismo pluralista nos permitirá captar la riqueza de las realidades sociales en que vivimos y hemos vivido.”

Wallerstein, I. –coordinador-, Abrir las ciencias sociales, México, Siglo XXI Editores, primera edición en español 1996.


3- La Antropología como ciencia social
Ya has leído los textos de Mirtha Lischett¡ de la bibliografía obligatoria. La lectura que te proponemos a continuación puede contribuir a que profundices en los contenidos adquiridos:

I. LOS ORÍGENES DE LA ANTROPOLOGÍA EVOLUCIONISTA
El evolucionismo sociocultural anterior a Darwin está influido por las ideas iluministas y positivistas del siglo XVIII y XIX. Algunos antecedentes e influencias son los siguientes:
- En los siglos XVI, XVII y XVIII surge la cuestión del origen de los pueblos de América. Hacia el 1700 ya era opinión mayoritaria la idea de que los antiguos pobladores de América eran un estadio primitivo de la civilización.
- En pleno apogeo del Iluminismo (1760 – 1780), en Francia y en Escocia se desarrolla la idea de que las sociedades progresan de manera natural desde lo más simple y rudimentario a lo más complejo y refinado. Este progreso (que supone la unidad psíquica de la humanidad) se da a través de cuatro estadios consecutivos que corresponden cada uno a un modo de subsistencia distinto: caza, pastoreo, agricultura y comercio. Los salvajes americanos proporcionaron un modelo de ese primer estadio de la humanidad.
- La idea de progreso dio lugar a la creencia de que las sociedades se desarrollan gradualmente desde estados inferiores a estados de mayor perfección.
- La idea de la perfectibilidad del hombre y la fe en la razón dieron lugar a un evolucionismo en donde las diferencias entre las razas se explicaban por diferencias en el medio ambiente. Las diferencias no eran biológicas sino culturales.
- El mundo natural era uno solo, no había diferencia entre los fenómenos naturales y sociales. El modelo a seguir era el de las ciencias naturales (la mecánica newtoniana). De este modo, el evolucionismo buscará leyes generales que expliquen el desarrollo de las sociedades.
- El desarrollo de las sociedades y los diferentes estadios tenían como elemento de comparación la civilización europea.

II. EL ORIGEN DEL HOMBRE Y LA CUESTIÓN DE LA DIVERSIDAD HUMANA ANTES DE DARWIN – TEORÍAS CREACIONISTAS
Monogenismo
Es una teoría basada en el relato bíblico de la creación. Todos los pueblos tienen un origen único a partir de Adán y Eva. La perfección del paraíso dio lugar a una degeneración, en los blancos fue menor y en los negros mayor. Esta degeneración que dio lugar a las diferentes razas no tenía una causa biológica, sino que se debía al medio ambiente. Sin embargo, algunos sostenían que estas diferencias ya estaban fijadas y eran irreversibles. Otros, consideraban que los cambios eran reversibles, aunque muy lentos para ser apreciados en tiempos históricos.
La mayoría de los naturalistas eran monogenistas y sostenían que había una única especie humana, aunque era posible establecer variedades: había unas cuatro o cinco razas siendo la negra la inferior y la blanca la superior. Este etnocentrismo era compatible con las ideas de igualdad y perfectibilidad de la ilustración y con las ideas abolicionistas.
El conde de Buffon (1707 – 1788) defensor del abolicionismo sostenía que las razas inferiores podían mejorar en ambientes adecuados. Sin embargo, la norma de comparación eran los blancos caucásicos. Del mismo modo, Johann Friedrich Blumenbach (1752 – 1840), al tiempo que defendía las ideas de igualdad y perfectibilidad de la ilustración, sostenía la posición etnocéntrica.


Poligenismo
Era menos popular que el monogenismo y sostuvo que las razas conocidas eran especies diferentes. Por lo tanto, esas diferencias de carácter biológico no podían revertirse, eran permanentes. La inferioridad de las razas (no blancas) era innata.

Desarrollo del poligenismo en Norteamérica
El poligenismo que era una corriente menor en Europa tuvo un amplio desarrollo en Norteamérica hasta convertirse en la escuela oficial de la antropología americana. No es casual que esta teoría se desarrollara en un país esclavista que estaba expulsando a los aborígenes de sus tierras.
Samuel George Morton (1799 – 1851) comenzó a coleccionar cráneos en 1820, su objetivo era establecer una jerarquía entre las razas a partir del tamaño del cerebro.
En su primera obra (Crania Americana, 1839), midió la capacidad de 144 cráneos indígenas y estableció, según el volumen promedio de los cráneos examinados, la siguiente escala: 1- Blancos caucásicos (1426 cm3), 2- Indios americanos (1344 cm3) y 3- Etíopes (1278 cm3).
En su segunda obra (Crania Aegyptiaca, 1844), midió la capacidad de cráneos que su amigo George Gliddon, cónsul en la ciudad de El Cairo, le envió. Estos cráneos provenían de tumbas egipcias muy antiguas. Antes había probado la inferioridad de los indios, ahora quería probar que la inferioridad de los negros se había mantenido estable a lo largo de los siglos.
Las mediciones que hacía Morton tenían un margen de error, al principio llenaba las cavidades con semillas de mostaza, luego las reemplazó por perdigones de plomo. Pero, el principal problema eran las falsificaciones inconscientes que hacía de los datos para acomodarlos a sus expectativas. Las muestras no eran representativas y en ocasiones excluía algunos cráneos que pudieran distorsionar el promedio esperado, tampoco tuvo en cuenta que el tamaño del cerebro está relacionado con el tamaño del cuerpo: es así que el cerebro de las mujeres es más pequeño que el de los hombres porque éstos son más altos y corpulentos.
Louis Agassiz (1807 – 1873), naturalista suizo, discípulo de Georges Couvier, se convirtió al poligenismo cuando emigró a los Estados Unidos y tomó contacto con los negros. En 1850 en Christian Examiner presenta su tesis de las creaciones separadas arguyendo que la Biblia sólo hablaba de la creación de los caucásicos y no del resto de los pueblos desconocidos en ese momento. Desecha el argumento climático de los monogenistas.
Afirma la inferioridad innata de los negros y propone una educación separada en la que los negros sean adiestrados en las tareas manuales y los blancos en las intelectuales. Le preocupaba sobremanera el debilitamiento de la raza blanca por el contacto con la negra, consideraba antinatural el mestizaje.

III. EL EVOLUCIONISMO BIOLÓGICO
Jean Baptiste Lamarck (1744-1829)
Fue un monogenista que tuvo que luchar contra los límites estrechos establecidos por los relatos bíblicos del Génesis. Su idea de que los hombres descendían de los peces y de que la edad de la Tierra era de varios miles de millones de años fue ampliamente rechazada. Él no contó con los datos de la geología. Estableció que el uso constante de los órganos los iba perfeccionando y estas características adquiridas se heredaban, del mismo modo que el desuso los iba atrofiando.
En su obra Philosophie Zoologique (1809), desarrolla un evolucionismo progresionista, claramente influido por las ideas de progreso del iluminismo. Consideraba que continuamente se producían nuevos organismos por generación espontánea a partir de la materia inorgánica. Los organismos así creados tenían una tendencia natural al perfeccionamiento, lo cual determinaba una cadena evolutiva que iba de los primitivos gusanos a formas más complejas hasta culminar en el hombre. No había diversificación de especies, puesto que la evolución era una línea recta que comenzaba con cada generación espontánea. No había, en consecuencia, un genuino árbol de la vida como en Darwin, sino líneas paralelas de evolución con diferentes comienzos en el tiempo.

La geología y la arqueología prehistórica
En época de Lamarck estaba vigente la cronología corta de la Biblia. A partir de 1820 comenzó a considerarse la posibilidad de una cronología larga, y es con Principles of Geology de Charles Lyell, en 1830, que se establece el gradualismo y la uniformidad de la evolución geológica. Este gradualismo se oponía al catastrofismo de Cuvier de las creaciones sucesivas.
En 1856 se descubre el hombre de Neandertal en Alemania, y en 1858 en Inglaterra se descubren restos de una civilización antediluviana, luego en 1891 el Pithecantropus en Java. Estos descubrimientos posibilitaron la idea de una evolución gradual, lenta y de largo plazo de la especie humana.

Thomas Malthus (1766-1834)
Introdujo el concepto de la lucha por la existencia, concepto clave en las teorías de Lyell, Spencer, Darwin y Wallace. No creía en los principios de la Ilustración de progreso y perfectibilidad del hombre. Creía además en la naturaleza fija de las especies. La lucha por la existencia se debía a la diferente tasa de crecimiento de la población y de los recursos. En esa lucha sobrevivían los más fuertes. Malthus era pesimista para el futuro del hombre.

Charles Darwin (1809 – 1882)
Publica en 1859 El origen de las especies y en 1871 El origen del hombre. Las características de la evolución planteada en la primera obra son:
- Evolucionismo gradual: Las especies cambian gradualmente hasta convertirse en otra diferente. Rechaza las explicaciones basadas en el catastrofismo y el creacionismo. No hay saltos o discontinuidades. No hay esencias inmutables que caracterizan a cada especie y que no pueden cambiar.
- Diversificación de las especies: Darwin consideró que en la evolución había dos aspectos: uno horizontal (especiación geográfica) que consiste en el aislamiento geográfico de una especie, y otro vertical (tiempo) que por la acumulación de pequeños cambios graduales da lugar a la aparición de una nueva especie.
- Origen común de las especies: Darwin consideró que a partir de un único origen, mediante la combinación de la evolución horizontal y vertical se iban produciendo las diferentes especies en constante ramificación. La representación de esta evolución ramificada es como un árbol. El mundo animal y vegetal, incluido el hombre, descienden de un mismo antepasado común. De este modo, el hombre ya no tiene un lugar especial en la naturaleza.
- Variación: La variación es individual, cada sujeto de una especie es diferente de otro que pertenece a la misma especie. Esta diferencia individual se transmite hereditariamente. Darwin nunca pudo resolver a qué se debía esta variación (desconocía los trabajos de Mendel de 1866) y vaciló entre diversas explicaciones, como la influencia del medio ambiente o el uso y desuso de los órganos.
- Lucha por la existencia: Como los recursos son escasos y la población aumenta exponencialmente se produce una lucha por la existencia, los vencedores de esa lucha individual (los mejor adaptados o los que tuvieron mejor suerte) dejan descendencia.
- Selección natural: La selección natural es un proceso azaroso en el que algunos individuos que tuvieron más suerte que otros o que en un contexto concreto tenían alguna ventaja, sobreviven para dejar descendencia. Pero, esos atributos que son ventajosos en una situación pueden no serlo en otro contexto. De ahí que, la evolución en Darwin no pueda entenderse como un progreso desde formas primitivas a formas más complejas y perfeccionadas. No es un perfeccionamiento, ni hay una direccionalidad en la línea evolutiva. No hay un teleologismo, es decir una meta final hacia la cual se dirige la evolución.
- Selección sexual: Hay ciertos atributos que no son ventajas para la supervivencia, pero que permiten tener mayor éxito reproductivo (las plumas coloridas de los machos de algunas aves o las astas de los venados).

IV. LA ANTROPOLOGÍA EVOLUCIONISTA DEL SIGLO XIX
Edward Tylor (1832–1917)
Su principal obra Cultura Primitiva, de 1871, es bastante posterior al Origen de las especies de Darwin, pero no tiene ninguna relación con ella.
Oponiéndose a los degeneracionistas (que sostenían que los pueblos salvajes habían vivido en mejores condiciones, pero que habiendo perdido la gracia de Dios, habían degenerado en la situación actual), Tylor era progresionista: las sociedades se desarrollan gradual y naturalmente desde estados inferiores a estados de mayor perfección.
La evolución cultural tiene como modelo de desarrollo la ciencia. Ese avance gradual hacia sistemas cada vez más perfectos, va eliminando las creencias falsas y prácticas sociales irracionales. Hay aquí una semejanza con Comte. El camino es objetivo y unidireccional.
Las únicas diferencias importantes entre los pueblos eran culturales. Las diferencias biológicas no eran relevantes dada la unidad psíquica de la humanidad. Sí había diferencias en cuanto al grado de desarrollo de la civilización.

Lewis Morgan (1818-1881)
Las sociedades modernas son el resultado de una evolución desde etapas primitivas de salvajismo y barbarie, hasta llegar a la civilización. Las etapas de este progreso se pueden rastrear por medio de líneas de investigación que tengan en cuenta los medios de subsistencia y los inventos y descubrimientos.
Al igual que Tylor, el progreso no depende del tiempo sino de que se den ciertas condiciones. Ésta es la razón de que haya en una misma época civilizaciones en diferentes estadios de evolución. Por otro lado, no hay diferencias entre las razas, el cerebro es específicamente el mismo.
El progreso es acumulativo y de crecimiento geométrico. La etapa posterior se asienta en los descubrimientos de la anterior. Al principio el desarrollo fue lento, en la etapa del salvajismo todo estaba por inventarse, no había en donde apoyarse.



V. LA INFLUENCIA DE DARWIN Y EL LLAMADO DARWINISMO SOCIAL
La influencia del darwinismo
El evolucionismo sociocultural del siglo XIX no es deudor de las ideas de Darwin, ni es una simple adaptación de su evolucionismo biológico. Las obras de Comte y Spencer aparecieron antes de la publicación de El origen de las especies y las que aparecieron posteriormente, como las de Henry Maine, Edward Tylor y Lewis Morgan, contienen labor realizada mucho antes y no muestran relación alguna con las ideas de Darwin.
La mayoría de estos autores eran abogados y su fuente principal era el derecho romano. Escribieron sobre el matrimonio, la familia, la propiedad privada y el estado:
Henry Maine, Ancient Law (1861);
John Ferguson McLennan, Primitive Marriage (1865);
Lewis Morgan, Systems of Consaguinity and Affinity of the Human Family (1871); Ancient Society (1878).

Es cierto que el éxito y la enorme popularidad de Darwin significaron un fuerte apoyo a las teorías evolucionistas de la antropología, pero eran completamente diferentes. La principal diferencia reside en que la evolución social implica un progreso, con un desarrollo lineal de etapas fijas hacia una meta que es la civilización.
No hay tal cosa en el evolucionismo biológico de Darwin. No hay una única línea evolutiva, sino múltiples líneas divergentes que dan lugar a un árbol ramificado. Tampoco hay una finalidad o una meta, el evolucionismo de Darwin no implica un progreso hacia una mayor perfección.
Por otro lado, el evolucionismo sociocultural es tipológico, es decir se apoya en conceptos como clase social, parentesco, cultura, mientras que en Darwin la clave es la variación individual y no la especie definida tipológicamente, es decir, por sus características esenciales.

El darwinismo social
De la combinación del evolucionismo con ideas políticas conservadoras de la época surge el llamado darwinismo social, que es obra de Spencer.
Es la idea de que el progreso social tiene sus propias leyes que actúan sin intervención de las personas. Hay una lucha al interior de las sociedades y entre países que determinan la supervivencia de los más aptos. Por ello, la mejor política es la del laissez faire, es decir dejar que las cosas sucedan naturalmente. Cualquier intervención sólo demoraría el progreso. Summer (1840–1910), uno de sus principales defensores, sostenía que los millonarios merecían los privilegios de que disfrutaban, puesto que habían sido seleccionados en la dura competencia social.

Herbert Spencer (1820-1903)
De Malthus tomó el concepto de la lucha por la existencia. Pero, antes que Darwin introdujo el concepto de supervivencia del más apto. El llamado darwinismo social es obra suya e independiente de los conceptos de Darwin.
Aceptó el principio de selección natural, pero siguió dándole mayor importancia a los caracteres adquiridos hereditarios que postulaba Lamarck. Hay que observar que Darwin también los consideraba válidos.
Era un defensor del liberalismo económico, de la propiedad privada y de la libre empresa. La evolución social actúa con leyes propias y no debe intervenirse en ese proceso. Especialmente sostenía que el estado no debía intervenir en beneficio de los pobres. Precisamente el principio de supervivencia del más apto es la justificación del capitalismo como sistema económico y del imperialismo como sistema político.
En 1850 publica Social Statics una serie de ensayos escritos desde 1842 donde aparecen muchas de sus ideas evolucionistas. En 1852 publica A Theory of Population y The Development Hypothesis y en 1857 Progress: its Law and Cause. Tres artículos clave para su teoría evolucionista (antes que los trabajos de Darwin y de Alfred Russel Wallace). En 1876 aparece su principal obra evolucionista: Principles of Sociology.
Spencer utilizó una analogía orgánica para explicar el desarrollo de las sociedades. Éstas evolucionan desde formas simples (homogéneas) a formas complejas diferenciadas (heterogéneas). El aumento de la población determina una lucha por la subsistencia en la que los mejores sobreviven.

VI. CRÍTICAS DE BOAS AL EVOLUCIONISMO SOCIOCULTURAL
Franz Boas (1858-1942)
Si bien comenzó estudiando ciencias duras (física), pronto fue influido por el historicismo de Wilhem Dilthey. Nacido en Alemania, fue el fundador de la escuela norteamericana de antropología. A diferencia del método comparativo de los evolucionistas utilizó un enfoque histórico y un principio de interpretación subjetiva. Desde este punto de vista, la antropología debe ocuparse de comprender los fenómenos individuales más que de la búsqueda de leyes generales.
La cultura de cada pueblo es única y original. No es producida por el individuo, sino que le viene de afuera y lo condiciona: hay un determinismo cultural. Este determinismo implica que la experiencia no es objetiva, sino que depende del marco cultural en el que se mueve el individuo.
Dado que cada cultura es única, sólo puede ser comprendida en sus propios términos y no con los parámetros de otra cultura. De ahí que no pueda aplicarse el marco general de racionalidad que proponen los evolucionistas. No es la razón lo que mueve a los individuos, sino el hábito y los sentimientos. No hay un desarrollo progresivo y racional de las sociedades.
La cultura de cada pueblo se explica por el método histórico de difusión y modificación de rasgos.

VII. CONTEXTO POLÍTICO Y ECONÓMICO
La antropología como ciencia nace a mediados del siglo XIX, pero tiene una historia previa que ocurre en la época de transición de la sociedad feudal a la sociedad burguesa (capitalismo mercantil), luego en la segunda oleada colonizadora, el afán de civilizar a los pueblos primitivos fue un pretexto para su dominación. El liberalismo económico del siglo XIX se combinó sin problemas con las ideas evolucionistas permitiendo justificar las desigualdades sociales. El Iluminismo que rechaza los valores del feudalismo medieval es el que triunfa en la Revolución Francesa, pero ese triunfo fue también el de la burguesía. Demasiadas relaciones con una historia política y económica muy larga, el siguiente resumen pretende ser una ayuda para contextualizar la discusión.

1- El feudalismo (siglo IX – XIV)
El feudalismo es la organización de la sociedad basada en dos grupos fundamentales, los señores y los campesinos, surge en el siglo IX y se consolida en el siglo XI. Los campesinos eran los productores que trabajaban la tierra, eran dueños de los medios de producción como arados y bueyes, pero no de la tierra que pertenecía al señor. Había campesinos libres que tenían a su cargo alguna parcela de tierra que cultivaban, otros mantenían relaciones de semiservidumbre o cercanas a la esclavitud para los que trabajaban directamente las tierras del señor. El poder de los señores feudales provenía de su derecho de conquista o bien del rey que les había concedido ese feudo, pero básicamente de la protección que brindaban con sus ejércitos. Una parte importante de ese poder provenía del derecho de impartir justicia que tenían.
En lo que es hoy Francia y Alemania los reyes fueron perdiendo poder y en el siglo XI los señores dejaron de reconocer al rey y se transformaron en propietarios de los feudos. De este modo, se consolidó la nobleza feudal, ya que al poder militar se le agregó el dominio de la tierra y los beneficios económicos que implicaba. Hacia el año 1000 se consolidó el modelo de los tres órdenes que legitimaba las desigualdades sociales como parte de un plan divino. Dios había otorgado a los hombres tareas específicas que determinaban su jerarquía social: en la cúspide el clero que tenía la función de la oración para la salvación de todos, en segundo lugar la nobleza guerrera y, por último, los campesinos que debían trabajar la tierra para mantener al resto de la sociedad.

Surgen los burgueses (siglo XI)
Con el aumento de productividad (mayor alimento) aumentó la población. Europa comenzó a expandirse hacia la periferia desplazando a los invasores. Comienzan las Cruzadas (1095) hacia Oriente, se establecen rutas comerciales y crecen las ciudades. Surge un nuevo grupo social, los mercaderes que se instalan en nuevos barrios, los burgos, donde desarrollaban su actividad comercial, a los que habitaban ahí se los llamó burgueses.
Comienzan a circular monedas y muchos mercaderes se transforman en banqueros. Este nuevo grupo social estaba excluido del orden feudal (clero, nobles y campesinos) pero, al igual que los campesinos, debía pagar tributos al señor o peaje cada vez que pasaba por un feudo. Estos grupos sociales se sabían fuera del orden tradicional y se sentían orgullosos de haber escapado de la dependencia señorial. Sabían que no había un destino fijado de antemano por Dios para ellos, sino que ellos eran los artífices de su propio destino. Comienzan a valorar la razón.

La crisis del feudalismo (siglo XIV)
Los cultivos disminuyeron (agotamiento de las tierras cultivadas, factores climáticos), esto determinó malas cosechas y hambrunas. Surgen epidemias, llega en 1348 la Peste Negra a Europa, la población queda reducida a sus dos terceras partes. A esto hay que sumar los efectos de la Guerra de los Cien Años. Esta guerra mostró la importancia de la infantería, la artillería y la arquería en detrimento de la caballería y las pesadas armaduras de los nobles, al mismo tiempo por la crisis de la agricultura los campesinos huían a la ciudad, con lo cual bajaba la renta de los señores feudales. Las tierras vacantes permitieron que surjan propietarios libres que se vinculaban directamente con el mercado. Estos extensos campos requerían mano de obra que ahora era asalariada y no en relación de servidumbre.

2- El capitalismo mercantil (siglo XV – XVIII)
Entre 1480 y 1520 se conforma un imperio colonial que proveía esclavos desde las costas de África, metales de América y pimienta de Oriente, Europa se convierte en una economía mundial.
Al recuperase Europa demográfica y económicamente surgen cambios en la agricultura. Por un lado en Inglaterra se aplica la rotación de los campos (se los usa para cultivo durante un tiempo, luego para pastoreo de los animales que lo abonan y nuevamente para cultivo, evitando de esta manera el agotamiento de la tierra), pero esta rotación sólo puede hacerse con campos cercados. Esto determinó terratenientes ricos y muchos asalariados. Por otro lado, en Polonia la agricultura de cereales se destinaba a la exportación que se vendía en los mercados. Para aumentar la productividad los señores reforzaron la servidumbre, pero había un cambio notable, ahora era la lógica del mercado la que organizaba la economía.
Con el aumento de la población y de los mercados de ultramar se intensificó la producción textil. Pero, ahora surge una nueva forma de producción tanto en la ciudad como en el campo, era la pequeña producción domiciliaria (un comerciante les daba materiales y crédito y luego retiraba la producción que vendía en mercados distantes).

El Estado absolutista
Debilitada la nobleza feudal por la crisis del siglo XIV, lentamente se recupera la monarquía afianzándose el poder de los reyes en los siglos XVI y XVII. Surge la Monarquía absoluta, el rey detentaba el poder absoluto y por encima de él no había ninguna instancia de apelación, salvo Dios. Surge la teoría del origen divino de los reyes, quienes eran los únicos que dictaban las leyes y las hacían cumplir.
El aparato burocrático del Estado absolutista se formó con funcionarios que compraban su cargo, provenían de la nobleza señorial y de la burguesía. La principal oposición provenía de los campesinos que a las cargas señoriales debieron sumar los impuestos reales. Esto determinó sublevaciones campesinas con represiones sangrientas. En Francia, en 1648, se generalizó una rebelión de campesinos, burgueses, sectores urbanos y también nobles descontentos con la monarquía, que fue finalmente sofocada por los ejércitos reales, con la consecuente consolidación del absolutismo.

La Revolución Inglesa (Siglo XVII)
En Inglaterra el absolutismo no tuvo tanta suerte, en 1648 Carlos I es ejecutado y se instaura la República de Oliverio Cromwell, posteriormente se restaura la monarquía, pero una nueva revolución en 1688 instaura la monarquía parlamentaria (el rey no puede dictar leyes sin la autorización del parlamento).

3- El capitalismo industrial (siglo XVIII – XIX)
El capitalismo se caracteriza por el trabajo proletario, el obrero ofrece su fuerza de trabajo por un salario, mientras que los medios de producción pertenecen a otra clase social, la burguesía. Esta división entre trabajo y medios de producción se consolidó en esta segunda etapa del capitalismo.


La Revolución Industrial de Inglaterra
Alrededor de 1780, en algunas ciudades de Inglaterra, comenzó la llamada revolución industrial. Los cambios que se habían dado en la producción agrícola tuvieron varias consecuencias, por un lado destruyó las viejas formas de subsistencia con lo cual los que no tenían campos para arrendar o no eran jornaleros (peones que trabajaban por un salario) debieron emigrar a la ciudad. Esta gente era mano de obra libre para las fábricas, pero al mismo tiempo creaban un mercado interno. Toda esta gente que no producía sus propios alimentos, podía ser alimentada por la enorme productividad del campo.
El mercado interno y el externo que crecía vertiginosamente incentivaron a los empresarios a mecanizar la producción textil. Por otra parte, en el terreno político, ya desde el siglo pasado (1688), Inglaterra había terminado con el absolutismo, la burguesía tenía su lugar en la Cámara de los Comunes. La industria del carbón creció con el crecimiento de las ciudades, el invento del ferrocarril estuvo asociado al transporte del carbón, la primera línea de ferrocarril es de 1825. Esto determinó un crecimiento de la industria del acero y también del carbón. Con las fábricas surge una nueva clase social, el proletariado o clase obrera. Las condiciones de trabajo, las largas jornadas, el trabajo infantil, los salarios paupérrimos dieron lugar a continuas protestas. La clase obrera se organiza en 1830 creando la Unión General de Protección al Trabajo.

La Revolución Francesa
Por un lado los filósofos de la Ilustración habían desacralizado el poder monárquico, y los economistas de la Ilustración, los fisiócratas, consideraban necesario levantar las trabas al comercio, había que dejar hacer (laissez faire). Por otro lado los nobles reaccionaron frente a la monarquía que tocaba sus intereses. Luis XVI había intentado cobrarles un impuesto a las clases propietarias. La reacción fue convocar a los Estados Generales (clero, nobleza y campesinos) que se reunió en mayo de 1789 en Asamblea. Cuando Luis XVI intenta disolver la Asamblea, se produce una rebelión que culmina con la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, símbolo del fin del absolutismo. En agosto de 1789 se aprueba la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano con los principios de igualdad, libertad y fraternidad.

Consolidación del capitalismo
Entre 1850 y 1870 se suman a la industrialización Francia y Alemania, ambos países ingresaron en la segunda etapa de industrialización, la de los ferrocarriles, que exigía un mayor conocimiento tecnológico y grandes capitales. El crecimiento de la población y la mecanización del campo generaron un excedente de mano de obra que no podía ser absorbido, fue la época de las grandes migraciones.
Los ferrocarriles y la industria naviera conectaban las regiones más distantes (en América Latina los ferrocarriles transportaban la materia prima a los puertos que comunicaban con los países industrializados), la invención del telégrafo y el tendido de cables submarinos terminó de dar forma a una economía mundial capitalista.

4- El Imperialismo (siglo XIX – XX)
El capitalismo generaba sus propias crisis periódicas que se resolvían rápidamente con el reacomodamiento de los precios, pero en 1873 se inicia una crisis que no era pasajera, conocida como la “gran depresión” que duró hasta 1896. Esto derivó en cierto proteccionismo, pero fundamentalmente en la concentración de capitales en pocas manos.
La necesidad de nuevos mercados coincidió con una nueva expansión colonialista en algunos casos con ocupación directa de territorio; así en 1885 en la Conferencia de Berlín, los países europeos se reparten el continente africano. Por esos años comienza el reparto del sudeste asiático y de la zona del Pacífico. Este período de expansión que va de 1875 a 1914 se conoce como la época del imperialismo. Estos territorios eran un nuevo mercado para el excedente de productos, pero también proveían la materia prima que requerían los países industrializados (caucho, cobre, petróleo), así estos países se convirtieron en productores especializados.


Esperamos que, al finalizar este tema, te haya quedado claro el momento histórico en el que surgieron las ciencias sociales, cómo éstas tienen una función social y política y cómo el darwinismo social, que traspola algunos elementos de la teoría de Darwin al ámbito social, sigue teniendo vigencia.
Igual, ya sabés que podés hacerle al docente las preguntas que te haga falta .



Actividad integradora de la Unidad 4

Para trabajar los temas de la unidad te proponemos responder las siguientes preguntas:
- ¿Te parece que la idea del progreso indefinido de la razón tiene vigencia en nuestra forma de pensar? Da ejemplos.
- ¿Sabías que hay quienes plantean que el avance científico-tecnológico puede resolver todos los problemas de hombres y mujeres en el mundo? ¿Será posible? Reflexioná sobre esta posición, y tomá partido al respecto; para ello te servirá preguntarte si:
- ¿Los avances tecnológicos sólo han traído beneficios a la humanidad? Pensálo y buscá ejemplos que justifiquen tu respuesta.


Esta semana...


... nos encontramos en el foro para debatir sobre estos temas.


La semana que viene...


... empezaremos con la Unidad 5. Veremos la pérdida de la certidumbre y los nuevos planteos de la física contemporánea.

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