martes, 13 de mayo de 2008

Actividad complementaria. Unidad 6: Produccion de conocimientos y politicas cientificas en la Argentina. El sistema nacional de investigaciones......

UNIDAD 6
PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS Y POLÍTICAS CIENTÍFICAS EN LA ARGENTINA. EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TECNOLÓGICAS


Actividades complementarias

1- Te invitamos a leer el siguiente fragmento que hace referencia al pensamiento de Amílcar Herrera y de Jean Jacques Salomón, de modo tal que puedas lograr una mayor integración de los conceptos fundamentales en el proceso de construcción del conocimiento de nuestra asignatura.

“[...] Amílcar Herrera, desde hace varios años viene trabajando en proyectos de investigación junto a otros investigadores latinoamericanos, especialmente de Brasil, México y Venezuela. Proyectos de tal naturaleza (según expone el mencionado autor en ‘Tecnologías científicas y tradicionales en los países en desarrollo’) contemplan los siguientes aspectos:
1) La satisfacción de las necesidades básicas de la población (alimentación, vivienda, salud y educación) con el propósito de erradicar la marginalidad social.
2) El desarrollo de cualquier país o región debe reposar, en la medida en que sea posible, en sus propios recursos naturales y en el esfuerzo de sus propios habitantes. No es posible hablar de recurso natural en abstracto, sino por su relación con el proceso productivo, así pues, no sólo habrá de considerarse a los que se entiende por tales en los países centrales, sino a todo objeto capaz de aportar soluciones a los problemas propios. La participación comunitaria es indispensable en la medida en que la construcción de un modelo de desarrollo consiste en algo más que una tarea de índole económica en el sentido técnico, sino que constituye, en última instancia, una opción cultural mediante la cual la sociedad expresa su originalidad.
3) Las nuevas tecnologías no deben cumplir una función desorganizadora del cuerpo social, de manera que las sociedades tradicionales no sufran la agresión de un cambio brusco de pautas culturales, sino que deben cumplir una transición hacia nuevas formas organizativas que incorporen los elementos preexistentes que merecen ser preservados. Un efecto social negativo muy conocido de algunos planes de desarrollo es la emigración masiva de la población rural a las ciudades, donde no existe una estructura industrial adecuada para ofrecerles empleo. El desconocimiento de hábitos culturales de la población, que contribuyó al fracaso de muchos proyectos, se puede observar, por ejemplo, en la construcción de viviendas bien provistas desde el punto de vista arquitectónico y sanitario, que son rechazadas y abandonadas por sus destinatarios porque no responden a su manera de entablar una relación vital con el medio.
4) El desarrollo económico y social no puede desentenderse de entablar una relación racional con el ambiente físico, que compatibilice las necesidades de la población con la conservación de su medio. Al aplicarse modernas tecnologías no se deben perder de vista las respuestas que los pobladores de la región han venido aportando para resolver muchos de sus problemas sin recurrir a ellas desde tiempos remotos. El conocimiento empírico de dicha gente, transmitido de generación en generación y acumulado durante cientos y hasta miles de años en la lucha por la supervivencia, posee importantes datos sobre el medio ambiente y el modo de servirse de él armónica y equilibradamente.
Es evidente que un proyecto de investigación y desarrollo como el propuesto requiere el factor de decisión política de los gobiernos para ponerlos en práctica y la ejecución de medidas económicas coherentes dentro de los marcos de integración de los países que conforman la región. Sin transformaciones de las estructuras económicas y sociales, no se han de superar el estancamiento y la marginalidad. Pero también es cierto que, sin una política tecnológica que contribuya a redimensionar el aparato productivo, será muy difícil sostener tales transformaciones.
Se deberá dedicar gran parte de la capacidad productiva a satisfacer las necesidades de los sectores postergados. Una de las actitudes a modificar es la imitación de las pautas imperantes en los países centrales, reduciéndose la producción de bienes superfluos, con el fin de satisfacer las demandas elementales de un mercado que será, sin duda, más pobre pero, al mismo tiempo, más amplio.
El diseño de un proyecto de investigación y desarrollo con el propósito de ir desarrollando la autonomía tecnológica no significa, de ninguna manera, rechazar toda tecnología de procedencia extranjera. La autodeterminación en materia tecnológica se consigue mediante el proceso de generación endógena, que comienza al determinarse las características que debe tener una solución tecnológica ante los problemas sociales propios. Endógeno es el proceso de definición, lo que no significa que, necesariamente, la tecnología deba ser autóctona, aunque esta última se encuentra incluida en el mismo. A partir de dicha definición, el país usuario puede fijar los criterios de selección y adaptación de aquella tecnología ofrecida por otros países. A veces puede suceder que el país periférico disponga de ciertas tecnologías para satisfacer algunas necesidades; otras veces deberá innovarlas o crear nuevas, si cuenta con los recursos adecuados para hacerlo. Pero cuando dicho país no pueda producir por cuenta propia tecnologías basadas en conocimientos teóricos complejos, que el grado de desarrollo investigativo del mismo no puede proporcionar, se hará necesaria su contratación desde los países centrales, modificándolas, adaptándolas y combinándolas con las disponibles. En el mundo de hoy, ningún país periférico puede desarrollar por cuenta propia toda la tecnología que necesita. Prácticamente resulta imposible para un país periférico desarrollar una tecnología totalmente local, pero lo que sí es posible, es el manejo autónomo de las cuestiones tecnológicas. A tales fines, los principales criterios de decisión en la materia han de ser las necesidades sociales y las pautas de consumo locales, que difieren considerablemente de las de los países centrales. En este sentido, resultan ilustrativas las palabras de Jean Jacques Salomón en ‘La ciencia no garantiza el desarrollo’: ‘Durante mucho tiempo todavía, la mayor parte de lo que la ciencia puede hacer por el desarrollo dependerá de los países industrializados; así, deberá actuarse para que ellos reorienten sus esfuerzos de investigación y desarrollo en función de los problemas que afronta el Tercer Mundo. Sin embargo, casi todo lo que la tecnología puede hacer por el desarrollo dependerá del propio Tercer Mundo; por ello deberá buscar que sus estrategias de desarrollo no se inclinen ante los espejismos de políticas científicas inadaptadas a los recursos nacionales y, por el contrario, movilicen los esfuerzos destinados a aumentar las aptitudes y las calificaciones técnicas de acuerdo a las realidades propias. Allí donde se trata menos de despegar que de sobrevivir, el modelo de institución y la política científica inspirada en los países industrializados no puede conducir más que al despilfarro de recursos financieros y humanos. Hay un solo camino: la formación, la cultura y la investigación técnica endógenas adaptadas a las condiciones económicas y sociales de cada país’”.
(Umérez, N., y Di Bella, M., Ciencia, técnica y política científica; Buenos Aires, Eudeba, 1991)


2- Con el siguiente texto podrás ver las diferencias y las interrelaciones que existen entre el área científica o académica y la tecnológica o industrial.
Los propósitos de los laboratorios de investigación académica e industrial
Para Latour y Woolgar (1979) un laboratorio de investigación en ciencia básica puede verse, al menos parcialmente, como un centro de producción de artículos científicos destinados a su publicación en revistas de la especialidad. El dinero gastado en estos laboratorios parece emplearse fundamentalmente en elaborar conocimientos que a su vez generan artículos. Estos sociólogos de la ciencia describen su contenido como una literatura persuasiva para convencer a los lectores -los miembros de la correspondiente comunidad científica- de la validez de los resultados de las investigaciones realizadas, para que así puedan pasar a formar parte de la ciencia pública de su época. La investigación científica que se realiza en estos laboratorios parece tener como uno de sus fines la producción de conocimiento básico susceptible de publicarse, que está destinado a aumentar la comprensión, explicación y predicción de eventos y fenómenos. Pero éste es tan sólo uno de sus propósitos, ya que hoy en día se persiguen tantas metas con la investigación científica que cualquier intento de describirla con brevedad resultaría parcial e insuficiente. En efecto, la investigación que se realiza en los laboratorios científicos también está orientada a la elaboración de conocimiento práctico encaminado a su aplicación tecnológica, incluso cuando este conocimiento procede de la investigación básica universitaria, que muchas veces es estratégica o dirigida.
Por un lado, en el campo industrial y tecnológico, el principal motivo que suele darse en las empresas para justificar la creación y financiación de laboratorios de investigación y desarrollo es que los avances en ciencia y tecnología que pueden conseguirse en éstos conducen a la obtención de patentes, las cuales se convertirán en nuevos procesos de fabricación y productos comerciales mejores y quizás más baratos que los anteriores, lo que a su vez dará lugar a más beneficios económicos. No obstante, Basalla (1988) ha señalado que además de esta estrategia empresarial agresiva de la investigación industrial, que persigue las innovaciones tecnológicas, existe otra defensiva menos conocida. Un laboratorio industrial también puede estar destinado a generar patentes que probablemente nunca se convertirán en productos comerciales o en mejoras de los procesos de fabricación, sino que se utilizarán para protegerse frente a la amenaza potencial de otros competidores innovadores y defenderse así de las empresas rivales. De esta manera, puede mantenerse un laboratorio industrial con objetivos mucho más conservadores que los que se reconocen habitualmente; es decir, con el fin de moderar el ritmo de aparición de innovaciones tecnológicas en un determinado sector comercial y conservar así durante algún tiempo la hegemonía adquirida.
Por otro lado, tradicionalmente se ha considerado que la investigación académica suele disponer de mayor libertad para definir sus propios objetivos, mientras que las metas de la investigación industrial vienen siempre impuestas por los intereses comerciales de la empresa, tanto si responden a una estrategia agresiva como si lo hacen a una defensiva. Ahora bien, aunque en la actualidad todavía hay bastantes científicos que trabajan en las universidades con cierto grado de libertad en pos de la ciencia básica, no conviene olvidar que, cada vez más, también se hace investigación universitaria por encargo de las empresas y los gobiernos, sobre todo en los países más desarrollados, de tal forma que buena parte de lo que se investiga en ciencia básica está siendo condicionado por finalidades y metas tecnológicas. En palabras de Pacey (1983): "Gran parte de la ciencia opera de este modo, con objetivos situados fuera de la práctica tecnológica pero con una función práctica dentro de ella."

Acevedo Díaz, José Antonio, Tres criterios para diferenciar entre ciencia y tecnología, Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, Delegación Provincial de Huelva, 1998. Disponible en: http://www.oei.es/salactsi/acevedo12.htm [Última consulta: 3 de abril de 2008]


3- En la última parte de la tutoría, hicimos referencia a la importancia de crear un ministerio de ciencia y tecnología, en la Argentina. La propuesta es que, a través de la lectura de los artículos periodísticos, “Los científicos deben asumir su compromiso social” y “El rayo que no cesa”, publicados en Página 12, conozcas al actual ministro Lino Barañao y lo que piensan dos científicos y docentes, en relación con la temática de la unidad.





Página 12
El país|Lunes, 07 de Enero de 2008
ENTREVISTA A LINO BARAÑAO, EL PRIMER MINISTRO DE CIENCIA Y TECNOLOGIA
“Los científicos deben asumir su compromiso social”
Sabe que la creación de la cartera generó muchas expectativas. Y que todas las miradas están puestas en él. En la primera entrevista a fondo desde que asumió, se muestra abierto a discutir todo. Dice que priorizará el software, la biotecnología y la nanotecnología. Propone avanzar en biocombustibles, desmitifica la clonación y promete impulsar la exportación de medicamentos.
Por Nora Veiras y Leonardo Moledo

Llega a la sala de reuniones del flamante Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva con la ansiedad de quien sabe que tiene mucho por hacer y, también, que se espera mucho de él. Doctor en Química, posgraduado en la Universidad de Pensilvania en los Estados Unidos y en el Instituto Max Planck de Alemania, Lino Barañao –de él se trata– tiene, a los 54 años, la tarea de armar una cartera cuya creación ostenta el raro privilegio de no haber cosechado críticas. Dice que se priorizarán tres áreas: el software, la biotecnología y la nanotecnología, pero que nada será excluyente. Se muestra abierto a discutir todo. Juega con la idea de convocar a “un concurso de preguntas sin respuesta” para que los científicos den rienda suelta a su saber e imaginación. Cree que se debe avanzar en biocombustibles, apoyar a laboratorios nacionales con el objetivo de exportar medicamentos e incentivar la divulgación científica para conjurar creencias fundamentalistas que atentan contra la convivencia civilizada. Desmitifica el tema de la clonación humana pero reivindica el avance sobre la utilización de células madre para curar distintas enfermedades.
–¿Formar un Ministerio de Ciencia es una tarea docente hacia la dirigencia política en la Argentina?
–Sí. Creo que se ha instalado a nivel internacional que la ciencia y la tecnología son claves para el desarrollo de un país, y este hecho ha sido asimilado por toda la dirigencia, y me parece que se está esperando comprobar que en la Argentina también cumplen ese rol. Una cosa es que Corea se desarrolle a través de la ciencia y la tecnología, otra cosa es que uno pueda demostrar lo mismo en Argentina. Tenemos que hacer el experimento local para demostrar que esto es válido.

–Con la dirigencia política suele pasar que dice que sí cuando se hace ese planteo y después no pasa nada.
–Esa ha sido históricamente la situación, pero yo noto un cambio real. El grado de contacto que tengo con los otros ministros y con la propia Presidenta era impensable para mí. Me han hecho sentir parte del Gobierno de una forma que no esperaba.

–¿Esperaba una cosa lateral como fue siempre?
–Ha ocurrido en el pasado que el secretario de ciencia y técnica sentado en el gabinete tenía el mismo papel que el perchero.

–O menos.
–O menos, porque el perchero para algo se usaba. Pero como decía, parece que la cosa cambió, por decisión de la Presidenta; hay participación plena como miembro del gabinete y hemos tenido reuniones muy fructíferas. La última reunión con la Presidenta la tuve el lunes 24 a las seis de la tarde.

–¿Cuál es el presupuesto que finalmente le quedó a este nuevo ministerio teniendo en cuenta que se creó cuando ya se había discutido el presupuesto nacional?
–Es difícil de definir porque el presupuesto de CyT del país abarca otras áreas, y éste es un ministerio que va a coordinar acciones con instituciones que dependen de otros ministerios, pero grosso modo es el cero cuarenta y pico del PBI. Pero ya veníamos realizando proyectos estratégicos a través de la agencia, a través del BID. El último préstamo para ciencia y tecnología fue de 280 millones de dólares y estamos pasando a una programación a largo plazo de 700 millones. O sea que estamos incrementando notablemente el financiamiento.

–¿Y habrá algún cambio en la estructura de los proyectos?
–Hasta ahora la ciencia estuvo basada en financiamiento a grupos individuales y eso produce resultados publicables, papers. Fue efectivo; el número de publicaciones en revistas internacionales mejoró, que es una de las funciones de la ciencia: colocar al país como contribuyente al avance del conocimiento universal.

–Pero con eso no basta.
–Si uno quiere solucionar un problema de energía, de salud, un problema de alguna cadena productiva en particular, ningún grupo individual puede dar una respuesta. Y desde el año pasado a través de los Proyectos para Áreas Estratégicas se financia con montos sustanciosos a grupos interdisciplinarios para que aborden un problema particular: cáncer, una plataforma de nanotecnología, tecnología agropecuaria, manejo de suelos.

–Esos proyectos tardan en madurar...
–Es cierto, pero el solo hecho de enunciarlos es un cambio importante.

–Usted habló de la necesidad de cambiar la matriz productiva del país. ¿Qué tiempo se piensa para esa transformación que supone la incorporación de la ciencia y la tecnología?
–Hay áreas en las que ya está ocurriendo; el crecimiento que está experimentando la industria del software es palpable ya: trabaja tanta gente en software como en la cadena de la carne, con la ventaja, además del mejor salario, de ser un factor amplificador notable y que tracciona al sistema educativo también. En la medida que se perciba que hay puestos de trabajo dignos y bien remunerados, habrá quienes se inclinen por esos estudios.

–Acá hay una carencia de vocaciones en ese sentido. De hecho en el área de software hay vacancia.
–Bueno, tenemos que mostrar que realmente el área de software equivale a lo que era la ingeniería décadas atrás. En Corea del Sur, prácticamente el 60 por ciento del aumento de su PBI es derivado del conocimiento. Recuerdo una vez que vino un miembro del Ministerio de Ciencia y tecnología de Corea contaba que habían encargado un estudio y les dieron veinte motivos por los cuales Corea jamás iba a liderar el mercado mundial de software, y que entonces fueron eliminando esas causas una por una y cuando eliminaron la causa número veinte, eran los líderes del hardware.

–Brillante y muy oriental.
–Claro que es brillante, y oriental u occidental, muestra cómo la voluntad antecede a la razón como decía Schopenhauer. Es necesario tener voluntad de cambio para superar los obstáculos y no a la inversa. Si uno toma el diagnóstico negativo y se queda con él, ahí se queda. ¿Queremos diversificar nuestra economía? Bueno, vamos a agregar una componente basada en bienes y servicios de conocimiento 0intensivos.

–Ahí incluye la nanotecnología y la biomedicina.
–Hay tres áreas (ojo: no significa que sean excluyentes) en las que vamos a empezar a hacer alguna experiencia (el software, la nanotecnología y la biotecnología) para crear empresas de base tecnológica. Es un primer cambio emblemático. Aunque no veamos en el PBI un cambio en uno o dos años, si en ese lapso mostramos que hay nuevas empresas creadas por jóvenes egresados de la universidad, que son exitosos, que tienen un trabajo generado por ellos mismos y que emplean a otra gente, eso es una señal de hacia dónde queremos ir.
–Usted dijo que era necesario avanzar en la infraestructura de producción de medicamentos para que se pueda exportar. ¿En qué está pensando?
–Hay que introducir las normas internacionales de buenas prácticas de producción. Se está abriendo un mercado importante para los genéricos biotecnológicos. Están cayendo las patentes de una cantidad de proteínas que pueden pasar a producirse ahora como genérico pero para poder exportarlas tenemos que hacerlo bajo normas de calidad, eso implica una inversión importante de adaptación de las plantas. Queremos tener una participación activa para que los laboratorios nacionales puedan cumplir con esa normativa no sólo para exportación sino para producción local también. Podemos armar una cadena productiva que va desde la investigación básica en farmacología, el ensayo en animales, el ensayo clínico y finalmente la producción. Argentina tiene en cada área recursos humanos, ventajas competitivas para hacer un lugar de desarrollo y producción de desarrollo farmacológico. De hecho estamos apoyando un cluster en la ciudad de Buenos Aires que va a ser un centro de desarrollo público–privado muy importante, donde hay empresas y está el Conicet participando.

Ciencias sociales

–Usted habla de priorizar el desarrollo en software, biotecnología y nanotecnología, ¿qué pasa con las ciencias humanas?
–Es infundado pensar que son las cenicientas, porque tienen un financiamiento equivalente a cualquiera de las áreas de las ciencias básicas y durante mucho tiempo tuvieron un financiamiento superior en términos de los insumos que requerían. Insisto en que este cambio que queremos dar exige la participación activa de áreas humanísticas, desde la filosofía tradicional hasta la lingüística o la antropología. Pero a mí me gustaría ver un cierto cambio metodológico; estoy tan acostumbrado a la verificación empírica de lo que digo, que a veces los trabajos en ciencias sociales me parecen teología.

–Esto va a provocar un gran debate...
–Creo que no hay un motivo por el cual las áreas humanísticas deban prescindir de la metodología que usan otras áreas de las ciencias.

Científicos, políticos, ciudadanos

–Los científicos se quejan de que los políticos no los convocan y los políticos contestan que los científicos no quieren pronunciarse. El conflicto con Uruguay por las pasteras, por ejemplo...
–Hay culpables en ambos bandos. El sector político no está acostumbrado a convocar a los científicos y los científicos no siempre asumen la responsabilidad que les toca de opinar y transmitir la información objetiva a la sociedad por temor a tener algún tipo de consecuencia personal. Al fin y al cabo, de un científico que trabaja para el Estado, la sociedad tiene derecho a esperar una opinión objetiva. La sociedad, el ciudadano real y concreto no lee los papers. El científico debe asumir su compromiso social.

Criterios, clones y el hombre de Neanderthal

–¿Va a manejar el ministerio con criterio científico?
–Sería un acto de incoherencia no hacerlo.

–¿Cómo es llevar adelante una política con criterio científico?
–Si yo quiero controlar un virus, tengo que entender su naturaleza. No puedo suponer que el virus es una entidad maligna cuyo designio es provocarme daño. Y es válido para el comportamiento animal y humano.

–El comportamiento humano se remonta a millones de años atrás.
–Bueno, no se pueden ignorar esos millones de años.

–¿Va a poner algún hombre de Neanderthal como subsecretario? ¿Sería ideal? ¿Tendría que clonarlo?
–Tanto que se ha hablado de la clonación... La pregunta es: supongamos que clonamos un hombre de Neanderthal congelado en algún glaciar. ¿Cómo nos comportamos? No es un miembro de nuestra especie, no es un ser humano. La discusión es que toda célula humana tiene un mismo status. Ahí tenemos un individuo que no es de la especie humana porque no tiene el mismo número de cromosomas, sin embargo se comporta, actúa y demás como si fuera uno de nosotros. ¿Qué hacemos?

–¿Se llegará en breve a un clon humano?
–No. Creo que todo el tema de la clonación humana ha sido un negocio mediático. Produjo más plata la clonación a nivel editorial que a nivel científico. Se han vendido más libros, revistas, filmes que vacas clonadas. No hay ninguna razón objetiva por la cual sea necesario clonar a un ser humano. No hay necesidad económica, los riesgos superan ampliamente los posibles beneficios, como sí hay un beneficio económico y también para la salud humana de un desarrollo de terapias basadas en células madre.

Juventud, divino tesoro

–Alguna vez dijo que cuando era joven y vehemente como gremialista del Conicet les dijo a unos asesores de Manuel Sadosky que si no podían hacer las cosas rápido y bien, que renuncien. ¿Qué tiempo se pone usted?
–Estoy más viejo y ahora me toca estar del otro lado del mostrador. Mi ansiedad sigue siendo la misma, mi problema es controlar mi ansiedad por hacer cosas. Sé que la magnitud de la tarea a encarar es muy grande. Me parece que es una oportunidad única, es un desafío que hay que asumir, no puedo rehusar esto. Recordaba un proverbio que dice: “ten cuidado con lo que deseas”.

–Porque “a quien los dioses quieren perder, les conceden su deseos”.
–No voy a tener a quién echarle la culpa, ése es el problema. El problema es que no voy a poder acusar a nadie “de la pesada herencia”. Lo positivo, como me decía mi hijo, es que por cuatro años “vas a ser el mejor ministro de ciencia y tecnología que hubo en el país’.

–Pero ojo, porque matemáticamente va a ser el mejor y el peor.
–Es verdad.
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Ciencia|Miércoles, 23 de Enero de 2008
POLÉMICA CIENTÍFICA
El rayo que no cesa
El reportaje al ministro Barañao, publicado el lunes 7, sigue alimentando la discusión: ciencias “duras” vs. “blandas”, tecnología, conocimiento y sociedad. Y está perfecto: al fin y al cabo, la función de la ciencia es justamente ésa: el cuestionamiento permanente.
La lección de anatomía, de Rembrandt.

ANDRES E. CARRASCO *
Ciencia y neocolonialismo
Para el imaginario de cualquier ciudadano argentino, la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología es algo virtuoso y, al mismo tiempo, un reconocimiento largamente acariciado por la comunidad científica nacional. Sin embargo, para ser completa, la reforma institucional debe estar acompañada por una política que vaya más allá del incremento del presupuesto. Que se haga cargo de las necesidades sociales que demanda el momento, poniéndole al quehacer científico-tecnológico el objetivo de mejorar la calidad de vida y promover la felicidad del pueblo. A esta idea querríamos aportar algunas consideraciones.

Ciencia útil. La idea que recorre la ciencia actual pregona que la misma ha dejado de ser parte de la cultura para transformarse en una mediación instrumental entre conocimiento y mercado –la tecnociencia–; y que debe apuntar a la utilidad del conocimiento, para generar nuevos bienes de consumo y aumentar el valor agregado de otros. Con este encuadre conceptual la política científica quedaría reducida a un simple plan de promoción de negocios. El rumbo que ha tomado la biotecnología corporativa es ejemplo de esta concepción neoliberal. Operando sobre el conocimiento, busca tecnologías que habiliten la manipulación de las bases biológicas con el objeto de incrementar la eficacia de la naturaleza y lograr así un control panóptico del escenario humano. Algo que ya estaba implícito en el paradigma victoriano del control social que propiciaba la eugenesia galtoniana y que vuelve a estar presente corregido y aumentado. En la era de las prótesis mecánicas y biológicas no es necesario seleccionar los seres humanos con métodos biométricos lombrosianos, el deseo del paradigma neoliberal es desarrollar tecnologías que optimicen las capacidades humanas al servicio de la perpetuación del modelo de acumulación.

Ciencia y colonialidad. Al subordinar la ciencia a la tecnología, se consuma la idea de que el conocimiento se legitima sólo cuando conduce a alimentar propuestas e iniciativas que incrementan la rentabilidad del mercado. Más aun, ontologiza el saber útil. Transmutando la metáfora de la ciencia prometeica de la Ilustración –que quiso comprender la naturaleza y relacionarse con ella de una manera armónica– en la metáfora fáustica –-que promueve su apropiación y dominio aun a costa de su destrucción–. Así este capitalismo tardío necesita de la tecnociencia centrada en la dominación de los recursos de la humanidad como el principal instrumento de la neocolonialidad y la celebración de las soluciones tecnocráticas para los problemas humanos. En esta modalidad, y sin entrar en la discusión sobre la fragilidad actual del modelo epistemológico de la ciencia, ni en la dificultad de su debate, se comprueba que el mercado no requiere verdades científicas sólidas y verificadas sino resultados veloces y competitivos en las góndolas comerciales. Un desafío al paradigma cartesiano pero, sobre todo, un riesgo cierto en la percepción y legitimidad social de la ciencia.
Ciencia y globalización. No es cierto que la tecnociencia sea liberadora por sí misma. Es un instrumento del poder que la concibe. Su autonomía en la Argentina será ilusoria mientras el país permanezca subordinado social y culturalmente, mientras las grandes mayorías estén excluidas y el patrimonio nacional sea devastado en aras de un progreso deseable para otros. Tampoco existen globalizaciones buenas y malas. La globalización es una sola y su tendencia hegemonizante es reemplazar la política por la técnica, con un conocimiento que, habiendo sacrificado su rigurosidad, lleva a la devastación de la naturaleza y a consolidar la exclusión social.

Ciencia y desarrollo alternativo. Por todo lo dicho, la política de ciencia y tecnología de un país arrasado, dominado y frágil en sus decisiones es estratégica para un verdadero proceso de liberación, en tanto haya conciencia de la paradoja que implica tener sistemas científicos que funcionan como parte dominada de un capitalismo dominante. Siempre supremo en lo técnico, pero de moral social incierta. Salir de la deuda del Club de París es un desafío para la autonomía nacional. Reemplazar los créditos del BID y BM en el área de ciencia y técnica por fondos propios, es también un acto necesario de soberanía. Porque mientras nos venden formas de desarrollo, se apropian de los recursos, destruyen la biodiversidad, alienan el bienestar y alaban a nuestros científicos, compramos llave en mano modelos para formar elites funcionales a la hegemonía de las grandes corporaciones nacionales o extranjeras.
En este escenario, instalar un relato alternativo implicaría que la política, oponiéndose a las tendencias de los intereses dominantes, promueva una mirada ontológica liberadora desde nuestra periferia que integre el conocimiento con equidad social sin sacrificio de lo humano. El reflujo actual del pensamiento crítico y la imposibilidad del progresismo de vincular lo político con lo social adeudan el imprescindible debate por el sentido de la idea de desarrollo en nuestros países, que incluye necesariamente el devenir de la ciencia. La inclusión social plena requiere de la expropiación del sentido del desarrollo científico para transformarlo en un medio proveedor de felicidad y bienestar social, y que no sea sólo un instrumento que remedie los efectos no deseables del progreso actual. Tal como sucede, por ejemplo, con los recursos energéticos no renovables. Revisar la lógica capitalista de la industria automotriz es pensar una alternativa crítica sobre la crisis energética. Sustituir el petróleo por biodiesel extraído de alimentos para suplir la demanda es un remedio que llevará a problemas más graves y destructivos.
Para esta discusión no son necesarios Premios Nobel, ni grandes prestigios académicos, sino hombres de ciencia comprometidos con el pensamiento crítico necesario para luchar contra la dependencia de los pueblos a los que pertenecen. Debemos apropiarnos del verbo, de la razón, y ser capaces de hablar desde nosotros sin dejar que seamos hablados por otros lugares, por otros intereses. Ese es el principio de la descolonización cultural y el comienzo de la verdadera emancipación.
* Profesor de la UBA e investigador del Conicet.


SARA RIETTI *
Percheros y desafíos
Por motivos personales recién ahora he tenido acceso a la entrevista que le hicieran al flamante ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, en Página/12 el lunes 7 de enero pasado. Aun así, no quiero dejar de hacerle algunos comentarios como ex colaboradora de alguien que, sin haber ostentado el título de ministro, sin duda honró ese espacio: me refiero al Dr. Manuel Sadosky. Y señalar que para el presidente Alfonsín fue mucho más que un “perchero”, puesto que fue reconocido en ese momento tan difícil de reconstrucción como una figura estelar de la ciencia y la cultura del país. También por haber sido precisamente yo la “asesora”, a quien con mucha soberbia el Dr. Barañao le dijo que si no podíamos hacer las cosas rápido y bien, que renunciáramos. Recordarle, porque le puede ser útil en el desafío que le espera, que en ese período la Secretaría de Ciencia y Técnica, trascendiendo su función más específica, fue un soporte crucial en el proceso de reinserción de la Argentina en el mundo, después del cruento período de aislamiento que se había vivido; que tuvo un papel protagónico en caracterizar y trabajar en la recuperación del patrimonio científico cultural, que representaba a tanta gente que había tenido que salir del país; en la integración con Brasil y el resto de la región; en la relación privilegiada con Francia, Italia, y con el resto de la Unión Europea.
Esta corta referencia viene a cuento porque no deja de asombrarme que, de la entrevista mencionada, la impresión que queda es que el Dr. Barañao parece reducir Ciencia y Tecnología a un instrumento para incrementar y calificar la producción; olvidando su papel en relación con educación, cultura o participación. Al papel que debería desempeñar para que mucha gente pueda intervenir y opinar con fundamento sobre el modelo productivo; sobre la preservación del medio ambiente y la diversidad; tomando en cuenta que no está dicho que hay un único modelo para ese desarrollo. Y que muchos pensadores nuestros, sin ser teólogos, más bien físicos, químicos o geólogos (como Jorge Sábato, Oscar Varsavsky o Amílcar Herrera, por ejemplo), plantearon alternativas; hablaron de un modelo latinoamericano o diferentes estilos de desarrollo. Y que hay mucho por hacer para dar educación y herramientas para que esas decisiones no queden sólo en manos de los expertos, que a veces lo son respecto de una parcialidad. Y no saben bastante de filosofía, epistemología, ciencias sociales o políticas...
Son temas de la mayor relevancia en el Primer Mundo, del que tomamos sólo el recuento de los papers... Allí las discusiones sobre bioética, compromiso social de la ciencia y participación ciudadana, se llevan una buena parte de los presupuestos del área. A la vez que tanto ruido por allí hará, si nos descuidamos, que las pasteras, la explotación minera a cielo abierto o la destrucción de los bosques para favorecer los monocultivos, pase a integrar nuestra realidad. Hasta tanto nosotros implementemos el cambio metodológico que haga espacio a la verificación empírica, que pide el ministro...
En serio, Sr. ministro... retomemos el hilo de nuestra soberanía; pensemos haciendo uso de todo lo que sabemos de las ciencias naturales (al fin yo también soy química) y hagamos punta en retomar el desarrollo de un pensamiento crítico sobre estas cuestiones, que tiene antecedentes ilustres en el país y la región. Con respeto y esperanza
* Coordinadora académica del posgrado en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología (UBA).
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